jueves, 20 de mayo de 2010

Olympus E-300. La gran olvidada

La Olympus E-300 es, posiblemente, la cámara que menos ha atraído la atención entre el público de la marca.

Salida la mercado en enero de 2005, un año después que la E-1, y justo un año antes que la E-500, se quedó un poco en tierra de nadie, ya que ni tenía las características profesionales de la E-1, ni el precio de la E-500, por lo que con carácter general no fue la cámara de elección de profesionales ni de aficionados.

Además, hay que reconocerlo, la estética de esta cámara es cuando menos extraña. En el momento en el que salió al mercado no se parecía a ninguna otra cámara réflex del mercado.


La clave de su diseño es que en vez de llevar un visor de pentaprisma o pentaespejo, que provoca la típica joroba de las cámaras réflex a las que estamos acostumbrados, la E-300 incorpora un visor de tipo Porro modificado (llamado así por su inventor, el italiano Ignacio Porro). Este sistema, en vez de usar prismas como el sistema Porro original (que es básicamente usado en los prismáticos), utiliza cuatro espejos para desviar la luz lateralmente y luego hacia arriba, donde se encuentra el visor.


La principal ventaja de este visor es una menor altura total de la cámara, presentando además una ventaja adicional: la posibilidad de montar un flash externo complementario al incorporado, permitiendo la medición automática o TTL en ambos, y posibilitando que el flash incorporado funcione como flash directo, y el externo como rebotado en el techo, etc.


Esta característica constructiva solo tuvo continuidad en la Olympus E-330 (y sus clones de Leica-Panasonic), que salió al mercado un año después, y que atrajo mucha más atención del mercado por su doble sensor, Live-View y pantalla abatible.


PRINCIPALES CARACTERÍSTICAS

Abstrayéndonos de su singular diseño, ¿cómo podríamos calificar a la Olympus E-300?

En primer lugar, es una cámara soberbiamente construida: tiene una estructura interior de aluminio, mientras que el exterior es de policarbonato de magnífica calidad, con excepción de la cubierta superior, que también es de aluminio. Una gruesa cubierta de goma rugosa cubre la zona de agarre de la cámara. El peso total es de 580 gramos, bastante más próximo al de la E-1 que al de la E-500.



En este sentido, creo que la calidad de construcción de la E-300 sólo ha sido superada por la E-1 y la E-3. De hecho, cuando salieron al mercado, las series 300 y 330 estaban claramente en un escalón superior a las series 500.



En segundo lugar, lleva un sensor Kodak de 8 Mpíxeles, en concreto el modelo KAF-8300CE. En este enlace se hace un análisis técnico del sensor, concluyendo que la E-300 puede producir imágenes con mayor resolución y la misma calidad de imagen que la E-1 (lo cual es mucho decir).





En tercer lugar, es una cámara de manejo muy fácil e intuitivo. Es una cámara muy sencilla, sin complicaciones ni gadgets extras. No tiene nada más que lo que tiene que tener: ajuste de blancos, modo de enfoque, modo de fotometría, ajuste ISO, compensación de la exposición y... nada más. Esto hace que sea una cámara muy fácil de configurar, de uso inmediato, y que va a hacer lo que se espera de ella: hacer fotos.



En cuarto lugar, su calidad de imagen. El sensor Kodak produce imágenes muy saturadas de color, y un rango dinámico limitado, lo que confiere a las imágenes un aspecto muy vital e impactante desde el principio. Particularmente, prefiero ajustar la saturación en -1 (el rango de saturación, contraste y nitidez oscila de -2 a +2).



El ajuste automático de blancos funciona estupendamente, de tal manera que en los ficheros raw que he revelado de ella no encontré un ajuste de temperatura de color más correcto que el que da por defecto la cámara.


Como decía antes, el rango dinámico es limitado, con lo cual en las tomas muy contrastadas lo más probable es que las zonas más claras tiendan a quemarse, y en los ficheros de esta cámara esto no es fácil de recuperar en el revelado raw. Así pues, hay que procurar medir bien.

Y con ello llegamos al siguiente punto: la medición. En internet he podido leer que la E-300 tiene un funcionamiento inconsistente de la medición ESP, que a veces parece ser que genera imágenes subexpuestas. La verdad es que no lo sé, yo tiro con carácter general en medición ponderada al centro, y ocasionalmente puntual, y en este sentido solo puedo decir que la medición siempre me ha parecido correcta. Nuevamente, la cámara hace lo que queremos que haga, sin sorpresas. Por ejemplo, estas dos fotos, tomadas apenas con un minuto de diferencia entre ellas:


Y esto nos lleva al quinto punto que quería señalar: una calidad de los jpg sobresaliente. Si el balance de blancos es buenísimo, la exposición es correcta y el sensor de unos colores de calidad excepcional, tenemos todos los ingredientes para que los jpg directos de cámara sean muy buenos, como efectivamente sucede en la E-300. Yo siempre disparo en raw+jpg y, la verdad, creo que después de trabajar un tiempo con los raw, no he conseguido superar apenas las imágenes jpg dadas por la cámara (esto último hay que tomarlo con las debidas reservas, ya que hay que decir en este sentido que no sé utilizar Photoshop, me limito a revelar las imágenes raw con los programas propios de Olympus, o en el mejor de los casos con el Lightroom).


Conclusión

En definitiva, la Olympus E-300 es una cámara que aunque no pasa desapercibida por su aspecto, sí que tiende a no ser excesivamente considerada por sus potenciales usuarios, muchos de los cuales tienden a centrarse en aspectos tecnológicos, más que de sencillez de manejo y de calidad de imagen.

A esto se le une que la E-300 fue una cámara relativamente cara en su momento, con lo cual se vendieron pocas unidades y por tanto en el mercado de segunda mano no son muy frecuentes... ¿o será que los que la conocen la tienen como su secreto mejor guardado y no quieren desprenderse de ella?